La secta de los adoradores del ombligo.

Una de las cosas que debo agradecer a mis padres es la posibilidad que siempre tuve, desde que aprendí a leer, de acceder a cualquier libro, sin importar su contenido.

Así pues, tuve acceso a una vasta colección (hablo de los años 60) de literatura, y entre esos libros, había algunos sobre estudios comparados entre religiones.

Y de todas ellas, hubo una que me llamó especialmente la atención: la secta de los adoradores del ombligo.

Una religión, originaria de Brasil, cuyos ritos incluían la observación y meditación, con más o menos ropa, del ombligo propio, con la esperanza de llegar, siguiendo la cadena de los ombligos de nuestros ancestros, al ombligo de Adán...

No quiero ahondar en lo que me pueda parecer este culto, pero sí me viene de perlas para ilustrar un concepto que veo con una cierta frecuencia replicado en toda clase de ambientes y sectores, que es la endogamia.

El concepto de grupo, de tribu (que me es tan afín) implica también una cierta homogeneización de las formas y de las actitudes de los componentes de dicho grupo, con el resultado de que quien exprese opiniones disidentes pueda verse arrinconado o expulsado, y quien quiera formar parte pueda sentirse ignorado, y también rechazado, aún mostrando afinidad... así pues no es infrecuente la existencia de grupos humanos basados en afinidades, con un sentimiento de pertenencia con tics de superioridad y la ideación de saberse "entre los elegidos".

Las sociedades que practican la endogamia son sociedades que entran en un círculo vicioso, en el que la renovación no es posible por la misma dinámica de grupo, con lo que al final, languidecen y mueren.

Cuando estamos en una sociedad de tipo endogámico, se pueden producir situaciones en las cuales personas amantes de la ley y el orden, buenas personas, dentro de la misma dinámica de grupo, sean capaces de cometer los peores excesos imaginables.

No sé si conocéis los experimentos de Stanley Milgram sobre la Banalidad del Mal.

Que más de un 65% de los voluntarios que participaron en este experimentos anulase su criterio y valores en un entorno endogámico y autoritario es altamente significativo.

Lo es aún más que Melvin Slater, de la UB, usando lo que él mismo denomina "la cara oculta de la Realidad Virtual", reprodujera el experimento Milgram con avatares de realidad virtual inmersiva.

Comprobó que no hacía falta que los avatares tuvieran unos rasgos excesivamente humanos, bastaba con que fueran humaniformes y esbozados, para conseguir unos resultados idénticos a los del experimento original.

Así pues, conviene huir de aquellos grupos, articulados en torno de una red social o no, en los que se aprecien rasgos endogámicos.

Toca reflexionar.

P.D. La verdad es que no sé muy bien por qué he escrito esto, pero me ha salido "da cappo"... :-)